Un capítulo inolvidable (que no único) de un viaje diferente. El grupo, de casi medio centenar de participantes, consiguió entrenar en la bulliciosa Meskel Square de Addis Abeba, hizo sus pinitos en el Estadio Olímpico con el equipo nacional (y, entre otros, el gran Bekele…), se ejercitó a las órdenes de Sentayehu (protagonista de la película Town of Runners y descubridor de alguna de las joyas del atletismo etíope) en el bosque de Eucaliptus de Bekoji y repartió casi 600 kilos de material solidario para atletas (entre zapatillas, camisetas técnicas, mallas…). Aún hay más.
Una veintena de fisioterapeutas comandados por Jordi Reig (CEO de Fisiojreig y Cofundador del proyecto) trataron durante varios días a corredores locales, impartieron formación a «fisios» y masajistas nacionales. Un trabajo completado por una odontóloga, una podóloga, un médico de medicina general y una enfermera. Un equipo heterogéneo (y bien ave nido) que, bajo la organización de Endoethiopia y Rift Valley Expeditions, tuvo algunos momentos de relax para visitar Arba Minch y la fauna del Nechisar Park, así como la etnia de los Dorze y sus colo ridas telas.
Diez días de pura adrenalina, solidaridad y deporte que se cerraron con la recepción de Haile Gebrselassie quién, entre risas, anunció que para el 2016 sería él, en persona, el que acompañaría a Runners for Ethiopia en una nueva edición de la maratón de Awasa. Veremos si El Emperador cumple con su promesa, aunque para muchos la mente no quedará restringida a ese atleta menudo, fibroso y que se alimenta de injera, sino de la niñita de Awasa. Esa pequeña luz que siempre nos acompañará corriendo